viernes, 11 de diciembre de 2009

mi epílogo

300, 299, 298, 297... 250... 200... 100... (...) 48, 47, 46... 5, 4, 3, 2, 1......

y casi 0. Mañana abandono lo que ha sido mi casa desde el 19 de enero de 2009. Australia.


Una decisión, la de "emigrar", que supongo pocos entenderían. Una decisión incomprendida, e igual hasta alguno pudo pensar que se trataba de una desfachatez por mi parte, pues no dejaba de ser una decisión de riesgo. Muchas fueron las quinielas de cuánto iba a durar, cuándo iba a volver, y un largo etcétera. Unas quinielas que nunca tuve en cuenta, pues mi única intención de venir aquí fue, simplemente, vivir una experiencia, constatar que existe algo más allá de nuestras fronteras, y no sólo puede ser igual de bueno, sino mejor. No se trataba de una cuestión de tiempo, sino de aprovechamiento. De haber sentido que estaba perdiendo el tiempo, que no estaba haciendo nada más que tirar un año de mi vida, seguramente habría abandonado, pese a que mi orgullo, seguramente, habría demorado un poco mi decisión. Pero más allá de todo esto, más allá de los buenos momentos, de los malos (que también los ha habido y los habrá)... más allá de todo esto, lo que me queda es una sensación de haber exprimido 11 meses de mi vida al máximo. Es más, puedo asegurar, a día de hoy, que marchar a Australia ha sido una de las decisiones más acertadas de mi vida.

Marchar lejos de casa significa muchas cosas. Significa, primera y obviamente, echar de menos a tu familia, tus amigos, tu casa... significa apreciar lo que tenías, convirtiéndolo en algo de valor. También significa el abrir tu mente, tus fronteras. Aquí he entendido que el emigrante no es ese ser estúpido que no habla tu lengua y deambula sin rumbo fijo por tu ciudad / país. El emigrante es alguien que intenta, bajo los principios de sus costumbres, asentarse en otro país. Es alguien que intenta encontrar su sitio, conocer sus capacidades y, seguramente en el primer lugar en el orden de prioridades, desarrollar un nuevo entorno: tu nueva familia. Este ha sido mi cometido en dos ocasiones, en las cuales he tenido la oportunidad de vivir en un mismo lugar durante al menos 4 meses. Y a día de hoy puedo afirmar que dichos puntos, en especial este último, han sido conseguidos.

Aquí dejo muchas cosas: amigos, recuerdos, aciertos, errores... comparándolo con lo que uno tiene en su casa, no es nada distinto. Lo que sí lo hace diferente es el hecho de haber conseguido todo ello en un lugar nuevo, empezando desde (casi) cero. Siento que he sido el principal responsable de mi suerte o desdicha, de mis decisiones. Aquí no había consejeros, y si en algún momento los ha habido los he buscado yo. En Barcelona también es así, por supuesto, pero ya influyen más otros factores, entre ellos la "historia", pues se trata de una realidad elaborada en 24 años, no en 11 meses.

Así pues, una experiencia buenísima, que si algún día alguien me reprochara yo no sabría, seguramente, defender con palabras. Simplemente, lo he vivido y "ya está". Lo sé yo.

Dicho esto, paso a comentar la evolución de mis últimas horas en Melbourne, una ciudad que día a día se va ganando mi estima y que está en una feroz pugna por ser mi ciudad favorita en Australia, juntamente con Sydney. Melbourne, tierra de oportunidades. Aquí no hay sitio para el perdedor. Bueno, también los puede haber, por supuesto, pero básicamente todo el mundo tiene su rol. Encontrar un trabajo es fácil. Que sea digno, también. Han sido ya muchos los casos de gente que me han dicho:

- soy español y aquí tengo perspectivas de crecer y allí no.
- soy inglés y en Londres no hay trabajo, y aquí me sobra.

Todo ello se resume en una frase que todos ellos me han acabado diciendo: "Dime, Jordi... ¿por qué debo volver a mi país?"
Y es verdad. De tener que empezar mi vida de 0, me he dado cuenta que seguramente Melbourne sería la ciudad ideal. Una ciudad cosmopolita, de gente yendo aquí y allá, llena de buenísimos restaurantes, música, fiestas... Pese a tener mar, no usan la playa, pero a media hora en coche se llega a la Mornington Peninsula, donde puedes encontrar lo poco que no pudiste encontrar en la gran metrópolis. Desde ya, un 10 para Melbourne.

Pese a todo ello, Melbourne ha sido también la ciudad que no ha querido mi coche. Hoy lo he malvendido a una tienda de coches por 100 dólares, a cambio de tener la seguridad que el coche ya no es mío y no tengo la necesidad de preocuparme más. El adiós ha sido triste, pero también ha sido un coche muy "porculero". Así que descansa en paz, y que te conviertas en un bonito poste de luz o similar derivado de metal.

El día ha sido provechoso, pues también he cancelado mi cuenta bancaria (tranquilo papá, tengo los papeles que así lo demuestran), he cancelado mi seguro de coche, he desbloqueado mi módem USB (con lo cual lo podré usar, casi con toda seguridad, en Nueva Zelanda y hasta España)... no me dio tiempo a cortar el pelo, pero eso podía esperar. También tengo reservado el hostel en Auckland por el fin de semana, hasta que el lunes pueda ir a recoger mi nuevo coche (de alquiler lowcost). Sólo me quedan por pagar algunas multillas de esas fotográficas, que si no pagaré es, simplemente, porque no sé ni cuántas son ni cómo debo pagarlas. Que mejoren el método de pago y entonces pagaré. Ello seguramente hará que tenga que abonar una cantidad de dinero si algún día decido volver. Pero éste será un problema a resolver entonces.

Ayer por la tarde quedé con el Gordo Steve en un bar de copas en el centro de la ciudad. Un bar soterrado, como muchos aquí en Melbourne, que le da un sugerente encanto. Un par de cervezas después, me propuso algunas opciones para ir a cenar. Optamos por un restaurante español, pero esta vez recomendado por el Gordo. Steve es un chico inglés "extraño", pues tiene en la comida una de sus grandes prioridades. Hasta resulta raro oír de sus labios frases como "yo en comida no miro cuánto gasto", siendo él un chico algo tacaño. Pero es verdad. Además, los dos veníamos con hambre, y elaboramos un menú de tapas, por fin, decente. Más allá de decente.


- Auténticos pimientos del Padrón


- Croquetas de jamón (buenísimas)
- Carpaccio de atún
- Pancetta de kingfish al limón
- Ensalada de tomates (de los de verdad) con queso fresco
- Chorizo escandalosamente rico con pimiento y huevo.


- Morcilla escandalosamente rica

- 2 cervezas Estrella Damm (una por cabeza)
- 2 copas de Manzanilla
- 1 tempranillo

- Postre: crema catalana a la naranja

- 1 copa de un digestivo italiano

El Gordo Steve contento. Me llevó a una especie de bar escondido, donde conocí a una camarera de Benicarló que además estaba, para decirlo fino, muy buena.

Acto seguido ya puse rumbo al hostel, pues la jornada fue algo movida.

Adjunto fotos:

- de la italiana de los spa's y el alemán sta's (sta's p'a darte un par de hos... bofetadas).

- del puente "Batman" en Tasmania, con suspensión unilateral


- del menú del restaurante, para que Faust pueda darle una ojeada


- platypus y echidna, en Tasmania. El platypus, uno de los animales más divertidos sin duda.


Abrazo!!!! La próxima actualización ya será, seguramente, desde Nueva Zelanda!!!

:-)

3 comentarios:

Rauxa dijo...

...i el públic d'empeus aplaudint (la primera part de l'actualització)

Xapo.

Avi, Tia i Cosineta dijo...

Hola Jordi! T'escric des de Girona amb l'avi i la Tia al meu costat. T'envien molts petons. Ara acabem de llegir el teu blog i em discutint si l'ornitorrinc és dissecat o no. Els eriçons ens han agradat molt i la tia pregunta que que estan menjant(sempre pensant en fer noves receptes per fer. Que vagi molt bé per Nova Zelanda. Un petonet de part dels 3.

jordi dijo...

dissecat!! i no és un ormitorrinc... és un "platypus" jeje. I no són eriços! Són echidnas. Que després s'ofenen si no ho diem bé... jeje.
Un petonet